Un paseo por el cementerio de Teacapán – long version

A Cemetery Walk In Teacapán

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Long Version

A Cemetery Walk In Teacapán

Mexican poet, writer, and diplomat Octavio Paz has observed that the Mexican is on familiar terms with death, noting that he “…chases after it, mocks it, courts it . . . it is his favorite plaything and his most lasting love.” Whether this is a wry commentary on a culture that has holidays celebrating death, or a reflection of the sober reality of a people that have experienced periods of great mortality due to conquest, disease and poverty, what is clear is that Mexicans remember and revere their dead.

In recent years, the coastal fishing village of Teacapán has seen a sharp decline in its harvests. Families struggle to maintain a semblance of comfort in their daily lives. Rutted lanes are lined with crumbling cinder block houses, topped by rusty corrugated metal and decaying palm frond roofs. And so it is stunning when one passes under the arched stonework entrance to the cemetery and enters a realm of lavishly appointed family mausoleums and meticulously maintained gravesites.

Initially a mound of earth and a cross marks the grave. A concrete crypt follows as savings permit. Over a period of years, the mausoleum is constructed. These mausoleums are small masterpieces of Mexican funerary architecture. The perimeter is defined by a wooden or wrought-iron fence. Pots of flowers or live plantings occupy the area inside the fence. The walls are finished with stucco and painted a vivid pink, yellow, or blue. Christ on the cross watches over the deceased from the peak of the clay tile roof. Inside the mausoleum one finds a shrine to the departed, with urns of flowers and a few candles bracketing a photo of the deceased. Inscribed on the wall above is an often heartrending remembrance, written by the survivors. These personal, anguished expressions of grief bring tears to the eyes of the reader. Gradually, an answer is revealed to a question that had formed during our meanderings.

Why did a town with so few financial resources devote so much money and effort to its dead? To understand the answer, one must first understand that in Mexican culture, the family is everything. Each death represents an acute loss on many levels. We decide that these gravesites are, at least in part, a monument to the importance of each living member of the extended family. It certainly took their combined resources to fashion these memorials.

Un paseo por el cementerio de Teacapán

El poeta, escritor y diplomático mexicano Octavio Paz observó que el mexicano tiene una relación especial con la muerte, indicando que “la persigue, se burla de ella, la corteja, la abraza, duerme con ella; es su juego favorito y su amor más duradero”. Ya sea este un comentario sardónico sobre una cultura que celebra la muerte en días de fiesta especiales, o un reflejo de la seria realidad de un pueblo que ha experimentado épocas de alta mortalidad debido a conquistas, enfermedades y pobreza, está claro que los mexicanos recuerdan y veneran a sus muertos.

En años recientes, la aldea costera de Teacapán ha sufrido un notable descenso en la pesca. Las familias luchan por mantener un nivel de vida mínimo. Caminos surcados bordean hileras de casas desmoronadas hechas de bloques de cemento, cubiertas de metal corrugado oxidado y techos de hojas de palma. Por ello, uno se sorprende cuando atraviesa el arco de piedra que sirve de entrada al cementerio y penetra un mundo de lujosos mausoleos familiares y tumbas conservadas meticulosamente.

Primero, un montículo de tierra y una cruz marcan la sepultura. A esto le sigue una cripta de concreto, según lo permitan los ahorros. A través de los años se construye un mausoleo. Los mausoleos son pequeñas obras de arte de la arquitectura funeraria mexicana. El perímetro lo define una cerca de madera o de hierro forjado. Macetas con flores u otras plantas ocupan el área dentro de la cerca. Las paredes están repelladas con estuco y pintadas en tonos brillantes de rosado, amarillo o azul. Un Cristo crucificado cuida a los muertos desde lo alto del techo de losas de barro. Dentro del mausoleo se encuentra un santuario dedicado a los desaparecidos, con urnas de flores y velas a cada lado de una foto del fallecido. Inscrita en la pared hay una conmemoración, muchas veces conmovedora, compuesta por los sobrevivientes. Estas expresiones personales de angustia o tristeza traen lágrimas a los ojos de quien las lee. Gradualmente se nos revela la respuesta a una pregunta que nos hicimos durante el recorrido.

¿Por qué un pueblo con tan pocos recursos dedica tanto dinero y esfuerzo a sus muertos? Para comprender la respuesta primero se debe comprender que, en la cultura mexicana, la familia lo es todo. Cada muerte representa una terrible pérdida a muchos niveles. Decidimos que las tumbas son, al menos en parte, monumentos a la importancia de la familia. No hay duda de que la creación de estos recordatorios exige la participación de todos sus miembros.

Comprensión

  1. ¿Qué poeta mexicano es citado en esta historia?
  2. ¿De qué colores son las paredes de los mausoleos?
  3. ¿Qué hay dentro de los mausoleos?
  4. ¿Por qué los habitantes de Teacapán dedican tanto tiempo a sus muertos?